Los convulsos tiempos de la COVID que nos ha tocado vivir han significado una cambio drástico en muchas cuestiones, también en los hábitos de limpieza, nuevas costumbres que probablemente hayan llegado para quedarse. Formas tradicionales a la hora de mantener limpia la vivienda o el lugar de trabajo se han transformado debido a la alarma sanitaria, que requiere ahora que las superficies, además de estar limpias estén perfectamente higienizadas, es decir, que se encuentren liberadas de bacterias y virus que de una manera u otra puedan hacer mella en nuestra salud. Para que eso sea posible, podemos remarcar algunas cuestiones fundamentales a tener en cuenta para los objetivos de limpieza higienizante se lleven a cabo con absoluta seguridad. La protección de nuestra familia, trabajadores y clientes está en juego.
Lo primero que hemos de tener en cuenta es que debemos usar para la limpieza las sustancias correctas. No sirve cualquier producto de los que usábamos siempre, pues sus propiedades pueden no ajustarse a los fines higiénicos que estamos buscando. Es imprescindible para la desinfección que utilicemos aquellos que contengan 70% de alcohol o en su defecto hipoclorito de sodio diluido. Cuidado con las mezclas, porque la toxicidad de éstas puede resultar peligrosas. Por ejemplo, el color debe quedar a salvo de su disolución en otros productos químicos. Una limpieza previa con agua y jabón mejorará el resultado, e incluso se pueden usar elementos naturales como el limón, el bicarbonato de sodio o el vinagre. Pero por sí solos no son suficientes.
Si vamos a realizar la limpieza de la superficie del suelo de la vivienda o lugar de trabajo debemos comenzar la tarea desde la zona más alejada de la puerta hacia ésta, La finalidad de esta acción es ir arrastrando la suciedad y los microorganismos hacia el exterior para acabar expulsándolos de nuestro entorno. Si se trata de mobiliario nunca lo hagas con movimientos de arrastre circular ya que solo removeras los virus o bacterias y no los eliminarás. Lo idóneo es hacerlo en una única dirección y esperar unos segundos para su secado, garantizando así la extinción de gérmenes.
Cuando hayas concluido la limpieza y antes de iniciarla debes asegurarte de que desinfectas los propios materiales que has usado o vas a usar para realizarla. Si no lo haces de esta manera vas a conservar en ellos los gérmenes y los vas a volver a esparcir por las superficies cuando procedas a limpiarlas. Hazlo con agua tibia y producto desinfectante adecuado. Intenta no intercambiar los paños entre estancias y así garantizarás aún más la estanqueidad que impida la propagación de gérmenes.
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